Ser migrante no es un delito ni implica una disminución a los derechos de las personas.

Una de las grandes ideas en el derecho, es la concepción de los derechos humanos por el hecho de ser persona, lo cual trasciende todas las fronteras y se ha positivado a través de tratados internacionales y reconocimientos en Convenciones Internacionales.

Es trascendente, pensar que los derechos no se encuentran supeditados ni al poder ni a la decisión de mayorías como tampoco a las políticas migratorias de ningún país.

La idea de menoscabar la calidad de una persona es tan grave como abusar del poder ante cualquier grupo vulnerable y mucho más, cuando los migrantes son personas en condiciones de bajo nivel socio cultural y económico.

En tal sentido, si se permite un abuso de poder contra cualquier grupo vulnerable, es innegable un paso a un sistema autoritario, que desencadenara en una decadencia política y social.

Lo anterior en virtud de que todo sistema democrático, solo puede subsistir ante la existencia de la protección de derechos humanos y su violación inicia con los eslabones más débiles y continúa tomando fuerza, hasta culminar con destruir el propio sistema.

Una sociedad que no respeta los derechos de migrantes ni de cualquier persona, no solo esta condenando a su sociedad sino sus propios derechos, porque permite la violación sistemática de los mismos a cualquier precio y pretexto.

Por tanto, la democracia y el respeto a los derechos humanos son esenciales para la existencia de un estado garante y solo sobrevive, cuando sus ciudadanos no solo exigen el respeto a sus derechos sino de sus semejantes, lo que es la democratización cotidiana y respeto de cada uno a los derechos de los demás.

jfernandoge1@gmail.com

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