El 12 de julio se conmemorará el Día del Abogado como cada año. Sin duda un aniversario más, implica analizar las complejidades que año con año se viven en la vida jurídica, porque la conmemoración tiene más que ver con la esencia de la justicia, que con la labor de la persona jurista en nuestro país.

En tal sentido, parece un buen momento para hacer un repaso de los cambios trascendentes y una reflexión sobre la justicia en nuestro país.

Sin duda, aquello que fue más trascendente es la reforma judicial, misma que ha modificado la forma en cómo se eligen a las y los juzgadores en nuestro país.

No obstante, la exigencia de justicia continúa siendo una constante, la falta de cumplimiento de las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, ha generado una falta de certeza y seguridad jurídica.

El presupuesto o la falta del mismo en los tribunales locales y federales, ha generado de manera precaria, una situación de descontrol y de garantía en el derecho al acceso a la justicia.

La credibilidad en los órganos de justicia, no ha aumentado ni siquiera con posterioridad a las elecciones, sin dejar de mencionar las manifestaciones y señalamientos por violaciones a derechos humanos, respecto del personal y la excesiva carga de trabajo que ha aumentado ante la disminución presupuestaria.

La consecuencia es la falta de respuesta hacia la sociedad, puesto que todas y cada una de las reformas, que se han propuesto y las que se han aplicado hasta el momento, no han dado certeza a la gran demanda de la sociedad, que es una justicia pronta y expedita.

Las personas que día a día se enfrentan a las problemáticas de la impartición de justicia, conlleva a dar fiel testimonio que solo un verdadero presupuesto, una política integral y una independencia judicial, son la respuesta a una justicia real.

jfernandoge1@gmail.com

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