Por Arturo Hernández Cordero
El último año y medio, ha sido un periodo convulso en términos geopolíticos, en el que la aparición de distintos conflictos en el panorama internacional, han tenido lugar de forma simultánea, lo que genera que la cobertura mediática de algunos de esos conflictos, sea escasa en Occidente.
Uno de los países que actualmente atraviesa una situación de extrema gravedad y sus ciudadanos han visto anuladas por completo sus libertades individuales, en aras de un régimen basado en los preceptos de la ley islámica, es Afganistán.
La nación ubicada en Oriente Medio y cuya accidentada geografía ha propiciado la aparición de grupos terroristas, apegados al más acérrimo fundamentalismo islámico, se encuentra secuestrada por los talibanes desde agosto del 2021, cuando el presidente estadounidense Joe Biden, ordenó la retirada de sus tropas de dicho territorio, dejando el país a merced de los fundamentalistas.
Los talibanes, grupos militares autóctonos de las cordilleras afganas, han infundido el terror en la población civil, instaurando un régimen basado en la sharía y las tradiciones de los pueblos pastunes de Asia Central.
Con los talibanes en el poder, las mujeres afganas han perdido prácticamente todos sus derechos políticos y laborales. El contenido audiovisual al que tienen acceso los ciudadanos de Afganistán, está completamente regulado por el régimen talibán y las tensiones entre estos últimos y otros grupos extremistas islámicos, como Al Qaeda o ISIS, han ido en aumento, generando un ambiente hostil en Oriente Medio que no se veía desde hacía casi dos décadas.
No obstante, y pese a lo que pudiera esperarse siendo un Estado no reconocido por ningún país en el exterior, el régimen talibán ha mantenido a flote la economía afgana, por medio de un fuerte control de divisas y un intercambio comercial con Rusia y China, cada vez más prominente.
A diferencia de otras naciones islámicas en las que la intervención de Estados Unidos y la OTAN, ha supuesto dejar al país sin un control fijo y siendo disputado su gobierno por grupos minoritarios, en Afganistán el poder absoluto recae en una teocracia militarista, que al día de hoy no encuentra oposición alguna dentro de sus fronteras.