La semana pasada, en un movimiento destinado a ganarse a los trabajadores de la fábrica US Steel y de la industria siderúrgica, Donald Trump ordenó duplicar los aranceles al acero y aluminio, pasando del 25% al 50%.
Esta medida busca ayudar a la industria siderúrgica estadounidense, ya que actualmente la demanda de estos metales, supera la capacidad actual del país estadounidense para producirlos.
Y nuevamente, como ya lo habíamos mencionado, esta medida impacta a los países aliados que venden este metal a Estados Unidos, como México, Canadá y otros de Europa, afecta directamente a los fabricantes de automóviles y aviones, los constructores de viviendas, las empresas de perforación petrolera y otras industrias que dependen de la compra de metales.
En este sentido, nuestro país recibe dos duros golpes en dos motores económicos. Por un lado, el tema de exportación automotriz y por otro, el sector de la construcción.
Por tal motivo, la presidenta Sheinbaum comentó que las autoridades mexicanas se reunirán con sus homólogos estadounidenses, para negociar un acuerdo sobre este tema y “Si no se logra”, anunciara medidas para proteger y fortalecer los empleos en México.
Y es que no es tema para minimizar, ya que de acuerdo con información de la Cámara Nacional del Acero, entre los meses de enero y marzo del presente año, las exportaciones mexicanas del sector cayeron 3%, tras el primer incremento arancelario de 25%. Por lo tanto, se anticipa un desplome mayor, ya que afecta a productos con contenido metálico, como autopartes, electrodomésticos y electrónicos y los estados que recibirán en mayor medida el impacto en cuestión de pérdida de empleos son: Nuevo León, Michoacán, Coahuila y Veracruz.
¿Qué debe hacer México? ¿Cómo debe ser la postura de nuestro país? Consideremos que hasta el momento, ha sido diplomática y sin acciones de contra ataque, pero ante este tema, instituciones como la calificadora Moody’s, sugieren adoptar una “represalia parcial”, es decir imponer un arancel a los productos altamente sensibles para los sectores y productores estadounidenses, ejemplo: al acero, aluminio, agricultura y pecuarios, entre otros.
Se sugiere que los aranceles sean enfocados a productos y regiones en los que el presidente Trump, tiene un apoyo político significativo, lo cual serviría como canales de transmisión de las preocupaciones y posibles daños que causarían las políticas proteccionistas que el implementa.
Situación que realmente descarto que pueda concretarse, debido a que el gobierno estadounidense podría apretar políticamente con la lista de funcionarios ligados al crimen organizado, y se derivaría en un problema mayor
Pero lo que es cierto, es que la economía se encuentra entre las cuerdas: atacada con contracciones a los motores como remesas, exportación de vehículos y sector de la construcción.

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