Escribo estas líneas una vez concluida la jornada electoral, para elegir a personas juzgadoras en México. Aquí, en el estado de Hidalgo como en el resto del país, este ejercicio se caracterizó por la baja participación electoral, que se explica por varias razones.
Quizá, la más influyente fue que este compromiso ciudadano no toca las mismas fibras sensitivas, como una elección donde está en juego la conformación del poder ejecutivo o legislativo; no se diga de las elecciones municipales, que mueven muchas pasiones.
Al contrario, esta primera votación por ministros, jueces y magistrados oscila entre el 10 y 15% de participación, que refleja una estrategia –a mi juicio equivocada-, de las personas que no simpatizan con esta convocatoria cívica de llamar a sus huestes a no votar.
Desde un inicio los críticos se opusieron a este ejercicio. Su campaña a no validar con votos algo que de origen no les gusta, parece más un juego perverso que una estrategia política. Porque es contradictorio con el devenir democrático del país.
Hay que recordar que una de las características de la oposición en México, es que se participaba en las elecciones sabiendo por anticipado, que no se tenía una oportunidad real de competir por el poder político.
Ésta que pudiera parecer una simulación se tradujo en positivo porque la institucionalidad de los participantes trajo como consecuencia una alternancia gradual del poder por los carriles formales. Es decir, se avanzó gracias a la autonomía de la autoridad electoral, la paridad en las prerrogativas de los partidos, en los tiempos de radio y televisión, entre otras.
Todo lo anterior, sitúa al país como un ejemplo de transición pactada. Donde los actores políticos compiten con reglas claras y aceptadas por todos.
Pues lo anterior quedó en la historia como una anécdota. Porque esta vez los partidos de oposición claramente se alejaron del canal institucional. Esa fue una decisión que costará trabajo revertir porque es mucho más fácil destruir que construir ciudadanía.
En el próximo compromiso electoral se verá si los ejércitos de cada partido se vuelven a activar y si el interés por elegir al poder judicial, cobra la importancia requerida. Porque ahora parece que permeó la indiferencia en amplios sectores de la población.
Más adelante será necesario revalorar esta posibilidad. Considerar que elegir a todos los poderes de la unión nos da “cierta ventaja competitiva”, en relación a las otras democracias de América Latina.
Mientras esto ocurre, es necesario hacer las reflexiones pertinentes para facilitar este ejercicio y que no se convierta en un galimatías que requiere una guía (o un acordeón como se le llamó). Es decir, considerar al votante como mayor de edad y sujetarse al criterio de la mayoría electora.