Las lluvias no han dado tregua en el estado de Hidalgo; en particular, en las zonas de la sierra y la huasteca, en donde su geografía los expone a derrumbes y deslaves, pero también cada vez se hacen más habituales, las afectaciones en la zona metropolitana de Pachuca.
Lo anterior, por factores no necesariamente vinculados con los torrentes de agua que se han vertido recientemente, sino por otros factores que están relacionados con la corrupción y la falta de planeación urbana.
Hace todavía muy poco tiempo, los desarrolladores compraban terrenos en zonas con riesgo de inundaciones, deslizamientos de tierra o cerca de áreas con desechos tóxicos o peligros, como líneas eléctricas o vías de tren, donde no es recomendable construir zonas habitacionales.
Lo hacían porque su costo es bajo, aunque el riego es muy alto. Eso parecía que nos les importaba porque su idea era (o quizá hay que ponerlo en presente), es sacar la mayor utilidad de aquella actividad. Una vez que se adquirían esos terrenos, se utilizaba el influyentismo para cambiar el uso del suelo y listo.
A partir de ahí se construía un fraccionamiento que tuviera buenas fachadas y lo demás se puede deducir. Al corto plazo, esos lugares parecían zonas de guerra. Calles muy estrechas y mal trazadas, baches, tuberías defectuosas, hundimientos, entre otras.
No se diga de los servicios, hay todavía hoy fraccionamientos que no saben a qué municipio pertenecen. Esto es, pagan el predial en Pachuca, pero su recibo del agua llega de Zempoala y la recolección de basura, lo hace Mineral de la Reforma.
Ese caso tan bizarro es real y ocurre en los denominados fraccionamientos del sur, donde diversas autoridades municipales cobran los servicios básicos, pero aluden otros como la seguridad, el alumbrado público y la pavimentación de avenidas y calles.
Lo que ocurre en esos sitios, es que la avaricia de construir vivienda generó una serie de problemas que se agravan día con día. Porque su saturación exige más y mejores servicios en zonas que no son aptas para zona habitacional.
Esto es, resulta irracional arreglar los desperfectos porque la propia geografía se encarga de descomponer todo. Dicho de otra manera, en el fraccionamiento Tuzos, que se construyó al lado del desagüe de la zona metropolitana, es muy complicado tener una solución definitiva a su constante amenaza de inundación porque se trata de una zona baja.
Es natural que el agua se acumulé ahí. Salvo una inversión importante para construir un desagüe de otras dimensiones que permita erradicar de raíz el problema. Pero esta solución es muy costosa y quizá, sea mejor reubicar a los habitantes que gastar millones en componer algo, que no hay garantía de que solucione la problemática.
En fin, si a lo anterior le sumamos las lluvias atípicas, la acumulación de basura en las coladeras, el descuido por años y la falta de recursos de quienes probablemente quieren hacer algo el día de hoy, terminaremos por resignarnos.
Ojalá que en las decisiones que están por venir, tengamos como eje principal el bienestar de la gente antes que la utilidad de los particulares, que saturaron con fraccionamientos la zona sur de la ciudad, donde no era apta para uso habitacional.