Una historia que ha dado mucho de qué hablar, tiene un argumento que parece cotidiano, pero muy poco señalado.
La gran critica ha sido el abandono a una mujer que apoyó a su marido hasta lograr el éxito, mientras ella cuidaba del hogar y de los menores, cuando por fin al llegar a la cima, decide divorciarse y pasar el resto de su vida con otra persona.
Más allá de los sentimientos, la pregunta es la justicia respecto de los cónyuges en una relación. ¿Qué tan justo es compartir o no el triunfo y las ganancias en un matrimonio?
La respuesta no es sencilla, puesto que si bien en un primer momento se pudiera apelar a una satisfacción personal, lo cierto es que un matrimonio implica un trabajo en conjunto, que genera no solo un equilibrio y una estabilidad propicia para el desarrollo personal, sino que genera el tiempo y con ello la posibilidad de la prosperidad.
Si bien no se puede medir la participación de las personas para establecer el éxito o no de los cónyuges, lo cierto es que el éxito en un matrimonio es compartido, en virtud de la conexión de las labores establecidas.
En tal sentido, la propia Suprema Corte de Justicia de la Nación estableció que las indemnizaciones a los cónyuges en un divorcio por bienes separados, deben igualar la cantidad del otro cónyuge, de tal suerte al final del mismo, ambos terminan con el mismo patrimonio siempre que se acredite, que quien no pudo adquirir bienes se debió a que se dedicó al cuidado del hogar y de los hijos.
Lo anterior en virtud, que el trabajo realizado en el hogar y en beneficio de la familia es igualmente remunerado, para otorgar justicia a las personas amas de casa.
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