En recientes declaraciones la senadora Carolina Viggiano, se presentó tal como es, atrabancada e imprudente. Dijo a los medios que la cuestionaban sobre los recientes resultados electorales de Durango, que el gobernador de aquella entidad aguantó las presiones del gobierno federal y de Morena; y ejemplificó su idea mencionando que aquel: no anduvo de nalgas prontas como otros.

Su referencia tiene un contexto. Hay que recordar que en otras entidades federativas los gobernadores de extracción priísta, ante el escenario de la inevitable derrota, prefieren negociar y “entregar la plaza” como suele decirse en estos menesteres.     

Ese proceder lo señaló en su momento la dirigencia nacional del PRI y vale decir, que en algunos casos existen elementos para pensar que eso pudo ocurrir. Pero también hay otros casos, donde ese argumento suena hueco y se acerca a una justificación de quienes conforman las altas esferas del tricolor. Entre ellas, la ahora senadora en su calidad de secretaria general del PRI.

Sea como sea, la declaración suena muy subida de tono. Y no es por el lenguaje que se utiliza, sino por lo pobre que resulta un comentario de esa naturaleza a la hora de analizar un resultado electoral, que en este caso – vaya ironía –, le fue favorable a su partido.

De tal suerte que ante la victoria de sus candidatos en Durango, debería de ser otro ánimo el que invada las reflexiones de la senadora. Pero lejos de eso, los rencores parecen apoderarse de la mente de la que perdió la elección al gobierno en Hidalgo en el 2022.

Y esa referencia viene a cuenta porque Viggiano complementó sus filias y fobias cuando un periodista pide nombres ante los señalamientos antes mencionados; ni tarda ni perezosa sugirió a su paisano (Omar Fayad) de quien dijo: “muchos de nalgas prontas, ni siquiera se las piden, van y las entregan. Nada más que como yo le decía a uno de mi estado, para entregarlas hay que tenerlas, tu no las tienes son prestadas”.

Esa acumulación de resentimiento seguramente es lo que ha nublado el actuar cotidiano de la legisladora, porque con frecuencia se le ve iracunda. Tal parece que compite con otro personaje histriónico del PAN, quien piensa que entre más tosco sea el comentario, más poderoso será el mensaje.

Quizá otra de las razones que inquieta a la hidalguense es que la elección que tanto critican, que incluso señalan como fracaso, arroga números muy similares a los que ella obtuvo en su intento fracasado por gobernar su entidad.

En la elección de hace unos días, los primeros resultados arrogan una participación en Hidalgo de 333 mil sufragios, solo mil ochocientos por debajo de los que ella obtuvo en su última aventura electoral.

Y aunque la diferencia es casi mínima entre el número de votantes de una y otra elección, hay que decir que en el 2022 se instalaron 3,977 casillas en toda la entidad mientras que en el 2025 se redujo el número a 2,160.

El dato es meramente anecdótico. Lo que se queda son las declaraciones de la oriunda de Tepehuacán de Guerrero, que resultaron a todas luces desafortunadas. Sus dichos, sin embargo, la retratan de cuerpo entero como una persona que es, o bien, como la persona en que se ha convertido.    

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