Por Arturo Hernández Cordero
En la última semana ha sido objeto de debate el presunto caso de conflicto de interés, en el que se ha visto implicado el hijo mayor del Presidente Andrés Manuel López Obrador: José Ramón López Beltrán, a quien se le señala de haber adquirido dos residencias de lujo al norte de Houston, tras una investigación por parte del equipo de reporteros Mexicanos Contra la Corrupción y difundida por el periodista Carlos Loret de Mola en su plataforma LatinUs.
El Conflicto de Intereses del que se habla consta de que presuntamente, la mansión ocupada anteriormente por José Ramón López Beltran, es propiedad privada de un ex empleado de la compañía petrolera Baker Hughes, quien actualmente tiene contratos con PEMEX por más de 150 millones de dólares.
La petrolera estadounidense no tardó en deslindarse del caso y asegurar que dicha propiedad nunca perteneció a la compañía y que el ex empleado, que es propietario, nunca estuvo involucrado en sus negocios en México, lo que no impidió que figuras políticas en el Congreso como la Senadora Panista, Lilly Téllez, sugirieran la creación de una Comisión Especial para investigar el caso.
Por todos es sabido que el hijo mayor del presidente López Obrador, parece no compartir los ideales de austeridad y patriotismo de su padre.
Con una lucrativa empresa chocolatera, una vida de lujos y una familia formada en el extranjero, en efecto, la figura de José Ramón contrasta con la de su padre, pero hay un factor que no ayuda a la prensa opositora, de cara a montar un escándalo en torno al estilo de vida de José Ramón: no han podido vincular fehacientemente que este sea producto de la corrupción.
Los opositores están empecinados en encontrar un escándalo que propicie el descrédito y perjudique la imagen de AMLO, en un grado similar a los escándalos que sacudieron el sexenio de Peña Nieto a mediados de la década pasada, sin tener en cuenta qué, tienen por máximo referente periodístico a un personaje de la más paupérrima credibilidad como Loret de Mola.
A estas alturas del sexenio, el descrédito hacia López Obrador vendrá en detrimento de sus evidentes pobres resultados, no de los pobres intentos de la oposición por desacreditarlo