Hace unos días impartí un taller sobre los estereotipos sociales y cómo es que estos repercuten en nuestra salud mental. Te compartiré algunas reflexiones.

Nuestra vida está llena de ejemplos a seguir, no es algo malo; por el contrario, tener una meta y acercarnos a ella nos da seguridad. Sin embargo, la sociedad actual envuelta en un mercantilismo imparable está tomando las riendas de nuestro “ir siendo”. Entre lo masculino y lo femenino las empresas han encontrado una mina de oro al marcar el estereotipo a seguir.

Por ejemplo la moda que dicta lo que es masculino y femenino y que bombardea en los medios de comunicación que así y solamente así se pertenece al grupo. En el caso de lo femenino pareciera que dice que sólo a las que cubren este estereotipo (que por cierto va cambiando aceleradamente, por cuestiones económicas) y les hace acreedoras de ser amadas y deseadas; mientras que las que no lo cubren son víctimas de críticas. Eso crea en la mujer una presión psicológica y hasta económica, por llegar lo más cercano al estereotipo imperante.

Estos estereotipos llegan hasta nuestra sexualidad y el amor. El estereotipo imperante es el dela pareja heterosexual casada, hombre proveedor, mujer madre-cuidadora. Y cualquier forma de relacionarse en pareja que no sea así, es criticada y descalificada. Limitándonos a no experimentar ni arriesgar con otras formas. Lo que a su vez provoca que la persona sienta malestar hacia si misma y se vincule en relaciones destructivas.

Las expresiones gráficas de la sexualidad o pornografía se han encargado de mostrar un “cómo debe ser la experiencia sexual”. Marcan tiempos y la forma en que el cuerpo tendría que reaccionar; de tal forma que frustran y limitan la propia expresión del placer. Esto hace que comience una disfunción al creer que no se responde sexualmente cómo “se ve”. Que si la excitación sólo comienza con tocamientos cuando tenemos todos los sentidos de nuestro cuerpo y todo nuestro cuerpo para sentir. Que si el orgasmo tiene que ser múltiple y escandaloso para que realmente signifique placer. Que si hay que ponerse de tal o cual manera para cumplir a la fuerza una fantasía.

Tener estos ejemplos no es malo, lo malo es creer que tiene que ser así y justo así. Verlos, guiarnos y experimentar con estos estereotipos incluso pueden darnos nuevas formas de ir siendo; intentarlo y analizar si uno se va sintiendo cómodo o cómoda con tal o cual estereotipo es una manera de ir cambiando la rutina o estilo; pero creer fielmente en estos estereotipos puede generar una obsesión destructiva e incluso neurosis, disfunciones y desajustes emocionales.

Hay que tomar en cuenta que el reforzamiento de estos estereotipos obedece a intereses económicos principalmente. Así que debemos de ser críticos y responsables para asumirlos o no en nuestras vidas y prácticas.

”..los estereotipos de género no sólo contraponen lo masculino a lo femenino, sino que impiden el desarrollo de la diversidad en el propio concepto de masculinidad y femineidad.” (Barragan)

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