El saldo de 2022 es el mismo: la violencia machista como año tras año, no acaba, no se detiene.
Los datos oficiales revelan que de enero a noviembre, la cantidad de asesinatos de mujeres alcanzó los 3 mil 450, entre feminicidios y homicidios dolosos, lo que representa una cifra promedio de 10 mujeres que perdieron la vida por día.
Pero ese es solo un rostro, el más doloroso, pero no el único.
Antes de llegar al asesinato, las mujeres padecen una escalada de violencia que va subiendo de intensidad como un termómetro.
Se registraron 21 mil 615 denuncias por casos de violación, cifra que ya supera los números de 2021, mientras que el principal tipo de violencia sufrida de las mujeres en México, fue emocional y la persona agresora más frecuente, resultó ser la pareja o expareja.
Desgraciadamente la mayoría de mujeres, soportamos estos infiernos a solas: el 90% de las mujeres que sufrió violencia escolar, laboral, comunitaria, familiar o de su pareja no presentó una denuncia, ya sea por medio o por vergüenza y son contadísimas las que denunciaron o solicitaron apoyo a alguna institución, siempre con el riesgo de la humillación, la revictimización y la impunidad.
Nuevamente queda tras nosotras una marca de sangre y dolor, mientras el privilegio machista se mantiene intacto, encumbrado por las complicidades sociales, políticas y morales y alimentado por el miedo.
¿De qué sirve denunciar, acusar, desahogarte, sí no te van a creer, sí se van a burlar de ti, sí te van a humillar y al final del día no va a pasar nada porque solo el 1% de las denuncias van a terminar en una sentencia?
El único deseo feminista del 2022, es que las mujeres lleguen a ser consideradas en toda la dimensión humana; ser vistas, escuchadas y reconocer que nuestros deseos importan, las tendencias sin embargo no son tan prometedoras. Y así es año tras año

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