Este fin de semana se consagró como campeón de la Liga Mexicana de Futbol, el Club Pachuca. Ese entusiasmo alcanzó las calles de la capital del estado de Hidalgo, cuando en nutrido desfile volvió a convocar a fanáticos y jugadores para celebrar por las calles la séptima estrella.

La euforia, aunque real no deja de ser pasajera, porque aquella franquicia no ha sido del todo agradecida con la ciudad. Aunque en los anales futboleros es bien reconocida la marca (Los Tuzos del Pachuca), ese equipo parece jugar en contra de la capital.

Es bien sabido que en cuanto a los servicios básicos, el club no cumple con sus obligaciones. Es decir, mantiene adeudos de predial, agua, luz y otros servicios que requiere y que no está acostumbrado a pagar, léase operativo de seguridad pública y protección civil.

Adentrarnos a los temas de adeudos, implica una larga lista de pendientes. Basta decir, que en su momento el club trató de solventar los pendientes otorgando pases a los partidos y regalando balones.

Nada de eso tiene un impacto en la recaudación fiscal del municipio ni del gobierno. Por tanto, vale decir que el fútbol es sobre todo, un negocio que carece de visión social y solidaria. Al menos aquí en la llamada “cuna del futbol”.

Para reforzar el argumento anterior se puede agregar los costos de taquilla. El costo del boleto para la final fue de 1,700 pesos. Es decir, diez salarios mínimos para poder ingresar a la justa deportiva. Si tomamos en cuenta que el indicador se sitúa en los 172 pesos diarios.

Si tomamos en consideración que el estadio Hidalgo tiene una capacidad de 30 mil aficionados, estamos hablando de una recaudación en taquilla de 51 millones. Cifra que desde luego no es exacta pero que ayuda a entender los ingresos que puede generar una franquicia de tal envergadura.

Recordar también que las principales ganancias de un club de futbol están en los patrocinios y los derechos de transmisión en televisión. Aunado al trabajo interno que radica en formar jugadores y “venderos” caros, a los distintos equipos nacionales e internacionales.

De tal manera, que los capitalinos estamos celebrando con justa razón un triunfo deportivo. Pero deberíamos tener la capacidad de vislumbrar lo desleal que ha sido el club de fútbol con la ciudad, que tanto les ha dado.

No está por demás señalar que ese emporio deportivo que nació en Hidalgo, se ha extendido en otras entidades e incluso ha rebasado fronteras. El modelo de éxito sería fantástico si tuviera mayor compromiso social con la comunidad.

No obstante, parece mezquino no entregarse a la celebración de un deporte que mueve masas y que emociona a tantos aficionados. Lo es más, en una ciudad que carece de momentos de gloria por otras amenidades.

De tal suerte que vale la pena mandar una felicitación a todos los que directa e indirectamente tienen algo que ver con este mérito. Que sus alegrías sigan contagiando a miles de personas que viviendo en Pachuca, solo tienen referentes futboleros.

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