Ella tiene 21 años, es una chica sobresaliente en el taekwondo, estudia odontología y tiene una vida como muchas otras chicas de su edad. Yo la conocí desde niña, y si bien no la frecuentaba presencialmente; su vida no me es ajena y tengo con ella un vínculo. Hace unos meses recibió el diagnostico de Cáncer de mama. Sí, a sus 21 años. Cuando yo recibí la noticia no pude más que estremecerme, entristecerme y pensar en lo que implica la enfermedad.
Lo primero que pasa por mi mente es el desgaste físico, económico y emocional que implica los tratamientos y buscar la cura. Los proyectos frustrados de una chica de 21 años. La enfermedad y la cura implican dolores. Apenas está comenzando el tratamiento y ya comienza a verse cansada. Los ánimos fluctúan entre el optimismo y el agotamiento.
Ella tiene 45 años, hace un par de años venció al cáncer, ella solía ser amiga mía hace unos 25 años, la conocí siendo una bella mujer jovial, alegre. Es madre y trabajadora. Su vida trascendía como la de cualquier otra mujer y sin embargo se vio modificada para luchar contra la enfermedad; el tratamiento fue largo, desgastante y con altibajos. Al día de hoy ella es una guerrera victoriosa.
Cuando supe que estaba en proceso de lucha contra el cáncer, lo primero que sentí fue un jalón de orejas porque yo misma no me había realizado mis estudios de detección temprana, y junto con eso, me estremecí al saber cómo ella pudiera estar sintiendo sabiéndose madre y tal vez, sintiendo una gran responsabilidad. Todo lo que implicó e implica para ella no dejar de ser lo que viene siendo y a la vez estar en los tratamientos tan desgastantes.
Ella es la mujer que después de un tiempo en tratamiento murió en la batalla contra el cáncer. A ella la conocí a mitad de su tratamiento de su lucha contra el cáncer ya sin cabello y con una imagen cansada; y sin embargo con ánimos. Con ella no tengo relación alguna, ella no me conoce, yo conozco a su sobrina quien ha compartido su vivencia de acompañamiento. Cuando ví a mi amiga acompañando a su tía, lo primero que piensé es lo que implica ser acompañante de la enfermedad y del tratamiento. En lo que mi amiga hace para estar animada y dar ánimos, en lo que mi amiga hace para organizarse e ir a los tratamientos y después tener fuerzas para seguir con su día a día. Por ella que cuando murió su tía fue la fuerza familiar para lidiar con el duelo.
Estas son algunas historias. El cáncer no sólo es para quien lo tiene; la enfermedad la viven más de una persona; la vida le cambia a más de una persona. La enfermedad requiere una red de apoyo y acompañamiento. Son los proyectos futuros, los presentes y los que se quedan en el camino de la persona enferma y de las personas quien le acompaña.
En este mes de concientización de la detección temprana del cáncer de mama: tócate, has que se toquen. Cuídate y cuida.

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