Por Arturo Hernández Cordero

La visita oficial del presidente alemán Frank-Walter Steinmeier a México, el pasado 20 de septiembre, ha centrado la atención en las relaciones bilaterales entre México y la principal potencia económica y política de Europa a día de hoy, Alemania.
Actualmente, Alemania encara una crisis energética mayúscula con el último trimestre del año en puerta. A diferencia del resto de los países europeos, la dependencia que tiene Alemania del gas ruso, no obedece únicamente a las necesidades domésticas, sino que su modelo económico altamente industrial depende de un suministro contundente y constante de este hidrocarburo.
De esta manera, Alemania se ve en la gran necesidad de buscar nuevos mercados que logren satisfacer su demanda de gas natural, después de sumarse a las sanciones impuestas por la Unión Europea a Rusia.
Si bien, México no es un gran productor de gas natural, su proximidad física a Estados Unidos le ha permitido alcanzar proyectos de exportación con los que adquirirá grandes cantidades del hidrocarburo, que posteriormente venderá a Alemania y a otros países europeos.
El Gobierno Federal llevaba planificado este escenario desde principios de año, cuando las tensiones entre Rusia y la OTAN empezaron a escalar, y tras varios meses de hostilidades, México se presenta como un proveedor atractivo para Alemania.
También cabe mencionar que las relaciones entre México y Alemania no se limitan al sector energético, puesto que las inversiones alemanas en México ascienden a más de 2 mil millones de dólares y el intercambio comercial entre ambos países supone más de 23 mil millones dólares anuales (casi la mitad de la actividad comercial de México con Europa).
La industria automovilística alemana ha generado cientos de empleos en el país y lo ha vuelto un referente internacional en cuanto a mano de obra cualificada se refiere.
Con las relaciones entre México y España pasando por mal momento a causa de la imprudencia de AMLO, Alemania se perfila como el socio económico más importante de México en Europa; la gestión diplomática de Marcelo Ebrard como canciller (y quizás posteriormente como Presidente), será clave para afianzar la relación con Alemania

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