Si tuviera que elegir entre París de día o de noche, creo que me inclinaría un poco más por la noche. Y es que París en sí, es una ciudad de ensueño que disfrutas a cada momento del día, pero son las noches las románticas y cada una, es como contar una nueva historia de amor.
Cuando cae la tarde, el cielo pasa de unos increíbles colores en tono pastel a los electrizantes azules, y con ello llega la magia a la “Ciudad de las luces”.
Si te encuentras en el centro o en alguno de los distritos junto al Río Sena, puedes admirar todos los edificios “haussmanianos”, las iglesias y terrazas encender sus luces.
¡Imagina lo brillante que es! Y a lo lejos, el icono más famoso de todo París: la Torre Eiffel iluminada, y con ello se suman los caminos circundantes, que son alumbrados por la línea de luz que proviene del faro en la cima.
A la par, se pueden apreciar los puentes, brillantes y elegantes, algunos solitarios, otros con más gente, pero en calma, sin ajetreo. Mi favorito por encima de muchas cosas, pero sobre todo por el nombre: “Le Pont Alexandre-III”.
De la misma manera, imagina cada uno de los atractivos turísticos parisinos sin gente alrededor. Los museos se vuelven postales, pero de una imagen basada en las pinturas impresionistas, con poca luz a dos tonalidades.
El Museo de Orsay luciendo sus grandes esculturas y su arquitectura con su reloj lateral. El Arco del Triunfo, iluminándose solamente con las luces de los autos al pasar. El Museo de Louvre que refleja la luz de la noche en su pirámide de cristal…
Y si estás de caminata por los senderos junto al río o del otro lado de la ciudad en el “Canal Saint-Martin”, puedes apreciar el reflejo de toda la ciudad en el agua. Es como un brillo que calma y que se fusiona con los sonidos nocturnos haciendo una melodía sutilmente romántica. Los barcos y “les bateaux moches” son como el espejo de las estrellas que adornan el paisaje y que van de la mano con las cenas románticas y las melodías de Edith Piaf.
París de noche es reencontrarte con tu pareja, tomar una copa junto a la ventana, fumar y disfrutar la compañía a la luz de la luna.
También son las noches cuando vez a tus amigos, cuando después del trabajo aprovechas para salir y cenar por los barrios populares. De hecho, son los puntos altos como el barrio de Montmartre donde, además de contemplar el resplandor de toda la ciudad, la música y la fiest,a armonizan. La gente sonríe, baila, canta y ama toda la noche, en todas las noches sin parar

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