La campaña electoral en el estado de Hidalgo nos sigue dejando varias enseñanzas. En el recuento, quizá la más importante es el uso excesivo de la mentira. Es decir, crear universos paralelos, que pretenden alterar la realidad.

Esta “estrategia” podría tener un efecto en la psique de los votantes cuando se conozcan los resultados de la elección. Esto es, los equipos de campaña están empeñados en crear cosas que no tienen sustento y cuando la realidad ponga a cada quien en su sitio, vendrán los efectos secundarios.

Por ejemplo, los partidarios de Carolina Viggiano pintan un escenario parejo en las encuestas a unos cuantos días de la jornada electoral. Pero esa ventana de humo, se diluye con los ejercicios demoscópicos de empresas nacionales.

Sin embargo, aquellos apuestan a crear una falsa expectativa de competencia, para no darse por derrotados por anticipado. Y es probable que dentro de una campaña esto sea válido. Nadie se puede decir perdedor antes de la elección. Pero también hay que guardar las proporciones y no caer en aquel recurso fácil.

Por otro parte, el candidato del partido naranja, ha declarado que no confía en las encuestas y en los números que lo sitúan en un lejano tercer lugar, por distante de ser una competencia real en el proceso de renovación de gobernador.

El mañoso político sabe que no puede ir por la vida con la pesada carga de ser un contendiente perdedor. Por tanto, habla de sus logros pasados y de repetición de un resultado, que en su momento le fue favorable. Según él, su base electoral es mayor a los 200 mil votos y estaría por convencer a otros 100 mil para ganar la gubernatura.

Por último, el más favorecido por las encuestas maneja la ventaja a su favor con aire triunfador. Eso parece razonable, no obstante, falta que esa preferencia se traduzcan en votos. Y aunque parece natural que esa ventaja se consolide, porque a todos les gusta estar con el que parece ganador, falta que el día de la elección, todos ellos salgan a votar.  

Sin embargo, nadie de los involucrados en esta elección parece bajar la guardia. Todos se dicen competidores y todos van estimulando el sentimiento de victoria, entre sus seguidores. Al final, estamos hablando de una competencia.

Pero a unas dos semanas de la jornada comicial más importante en el estado de Hidalgo, valdría la pena ser más prudentes. En una de esas, incluso, ser sensato y encaminarse por la razón más que por la pasión.

Hay que hacer el llamado al sentido común. Tener claridad que en la campaña algunos apuestan el todo por el todo. Están dispuestos a mentir, simular, persuadir con los métodos que sean necesarios. Pero al final del día sembrar odio no conduce a nada bueno.

A escasos días, la preocupación se centra en lo que será de la estructura priísta que, al parecer, se acerca a su final político. Qué va a ocurrir con aquellos que toda la vida se acostumbraron a ganar, qué harán con su soberbia, que discurso ocuparán para justificar la derrota.

El cambio cuesta mucho trabajo. Esa mutación de tener el poder y perderlo después de 93 años, seguramente no será sencilla. Los de oposición están muy acostumbrados a salir con la cabeza baja al conocer los resultados electorales en el estado de Hidalgo. Pero la nota será ver un estado que nació con el PRI empezar una etapa distinta y más, ver que sus seguidores se conviertan en parte de esa nueva realidad.

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