¿Les ha pasado que cuando asisten a alguna reunión siempre hay una persona que llega con una botella entre manos con la intención de que todos la prueben? Regularmente, esto sucede entre amigos, y para nosotros puede ser, por ejemplo, una botella de tequila, mezcal o algún licor de frutas artesanal.
En un principio creía que esto era algo muy familiar, que se daba entre mexicanos, pero coincidió en que estando del otro lado del mundo, pude apreciar este comportamiento que también efectuaban los franceses; y en París ellos lo hicieron con el “pastis”.
El “pastis” se pronuncia exactamente como se escribe, algo muy raro para ser una palabra en francés. Y es una bebida alcohólica dulce y anisada, típica del Sur de Francia. Se bebe como aperitivo y su consumo es de más de 2 litros por persona por año (Paul Ricard). Siendo indiscutible la capital de la bebida, la ciudad de Marseille.
De inicio, sabemos por lo que les he venido narrando en estos textos de escritura creativa adicional a aquellos datos de cultura general, que los franceses adoran el buen comer y el buen beber, al igual que el buen clima y el tiempo libre.
Bajo este escenario, tomar un pequeño aperitivo es el momento perfecto del día, ya que no solamente saciará su sed, sino que los refrescará maravillosamente. Y aunque la palabra aperitivo se asocia a tomar o comer una pequeña porción para estimular el apetito, los franceses le han incorporado el significado de buena compañía y diversión. Básicamente, es “l’aperó”.
La primera vez que probé el “pastis” fue un día donde celebramos el cumpleaños de Liana, mi artista colombiana favorita. Fue un fin de semana y lo aprovechamos para festejar, porque tanto su hermana como su madre estaban de visita por la ciudad. Recuerdo que ese día el clima nos agarró de sorpresa, pues en vez de estar soleado comenzó muy temprano a llover. Eso no impidió el festejo.
La idea inicial era el celebrar todos los amigos juntos en un pique-nique organizado en los maravillosos espacios verdes de La Villette, y así fue, solo que cuando empezaron a caer las primeras gotas todos nos echamos a correr. Después, adecuamos un tipo escenario techado cerca y la fiesta siguió.
Hubo mucha comida y asistieron amigos de diferentes lugares porque, además de ser talentosa y hablar varios idiomas, Liana tiene un carisma nato y siempre está rodeada de buenas personas.
Entre la atmósfera cálida de relámpagos y cumbias colombianas, recuerdo perfectamente que llegó Hugo, un chico francés con su botella de “pastis” entre las manos. La botella no tenía etiqueta, pero Hugo, como representante de su nación y orgulloso de sus costumbres, pasó con cada persona presente en la fiesta para hablar de la bebida y si se animaban, pudieran degustarla.
Muy parecido a cuando damos a probar un “caballito de tequila” a los extranjeros, ¿apoco no?; aunque considero que nosotros los mexicanos somos más persuasivos.
El sabor del “pastis” es fuerte, pues contiene un alto grado de alcohol, de entre 40 a 45 grados aproximadamente, además de ser dulce. La casa productora más famosa es Ricard. De hecho, en algunas ediciones ponen en la etiqueta: “le vrais pastis de Marseille”, el verdadero pastis de Marsella en su traducción al español.
A muchos franceses no les gusta, pero como al anís se le atribuyen muchas propiedades naturales, ingerirlo se ha vuelto tradición. Y la verdad es que la fórmula de esta bebida surgió como una mezcla de ingredientes naturales para aliviar el dolor estomacal, y como el alcohol es considerado por muchos para contrarrestar todos los males, esta bebida se convirtió tanto buena para la salud como para calmar la sed.
En lo personal, la primera vez que la probé, el sabor no me gustó, pero debo aceptar que me ayudó como digestivo después de comer tanto “comme d’hab”

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