Por Arturo Hernández Cordero

La VI Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que tuvo lugar en Palacio Nacional la semana pasada, fue un acontecimiento clave para entender el presente de la geopolítica latinoamericana: una región fragmentada, donde las confrontaciones entre posturas contrarias en materia económica y democrática, imposibilitan la creación de un frente común latinoamericano para abordar los retos de América Latina.
Y es que en dicha reunión entre mandatarios latinoamericanos, se suscitaron algunos dimes y diretes entre presidentes que dejaron entrever que, al menos de momento, en la región no es posible la formación de una comunidad diplomática y colaborativa entre sus países.
No se equivocó el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, en señalar las deficiencias en materia democrática de los gobiernos izquierdistas y con tintes dictatoriales, de ciertos países como Cuba, Nicaragua y Venezuela. Al final de cuentas, es una realidad que los gobiernos de Díaz-Canel, Daniel Ortega y Nicolás Maduro, respectivamente, carecen de preceptos democráticos y que se han valido en reiteradas ocasiones del poder coercitivo del Estado, para acallar las voluntades de sus pueblos.
Lo incorrecto, en este caso sería, obviar tales situaciones y pretender que es posible formar una suerte de “Comunidad económica similar a la Unión Europea” (justo como lo mencionó el presidente mexicano López Obrador) en una región donde convergen democracias plenamente consolidadas como las de Costa Rica, Uruguay y Chile con regímenes altamente represivos y autoritarios como los de Cuba o Venezuela, o gobiernos encabezados por personajes corruptos y probadamente coludidos con el crimen organizado como el del presidente hondureño Juan Orlando Hernández (quien también estuvo presente en la CELAC).
El primer paso para consolidar una comunidad económica en Latinoamérica, es lograr una democratización generalizada en la región. De otra manera, el diálogo entre los gobiernos latinoamericanos, resultará tan estéril como el de la VI CELAC, que no hizo mas que evidenciar lo fragmentada y democráticamente desigual que se encuentra la región

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