• Exilios: paralelismo entre Ebrard y Anaya
  • Problema: López no perdona como Peña
  • Crece efervescencia en PRI contra Alito

Marcelo Ebrard pagó por culpas ajenas.

Eso dicen colaboradores suyos porque parten de un hecho:

Fue perseguido tras difundirse, en noviembre de 2014, la lujosa mansión donde vivía la primera dama Angélica Rivera.

El descubrimiento lo hizo la periodista Carmen Aristegui, quien siempre rechazó haber sido utilizada por enemigos de Enrique Peña.

El dato no se lo filtró Ebrard, ha aclarado, pues la investigación partió de una publicación en una de las revistas rosas donde aparecía la Casa Blanca.

Sin embargo, algunos colaboradores atribuyen el manejo de la información a René Cervera, quien fuera jefe de la Oficina del Gobierno del Distrito Federal (GDF) con Ebrard.

Como haya sido, desde entonces el sexenio de Peña se precipitó a un abismo del cual no salen ni él ni sus colaboradores.

En cambio, Ebrard regresó exultante del exilio tras mostrar lealtad a López Obrador cuando, en 2016, lo contactó con el equipo de Hillary Clinton e hizo campaña contra Donald Trump.

LÓPEZ NO

ES PEÑA

Hoy su caso se parece al de Ricardo Anaya.

El panista denuncia persecución política bajo cargos penales a partir de señalamientos de Emilio Lozoya, el peñista más encumbrado al servicio del régimen.

Se le persigue, asegura, porque López Obrador no lo quiere en la boleta presidencial en las elecciones de junio de 2024.

Hay un paralelismo entre ambos personajes.

El equipo compacto de Enrique Peña veía a Marcelo Ebrard como prospecto para el 2018 y la Casa Blanca fue el pretexto para perseguirlo.

De soporte tenían las denuncias -por fallas, sobreprecios y corrupción- en la construcción de la Línea 12 del Metro.

 Ebrard anduvo por el gran mundo con su potencial económico y pudo regresar cuando el gobierno de Peña estaba desgastado.

Pero no para ser candidato presidencial, sino para ayudar a su amigo y poner su haber político en la Ciudad de México a disposición de Claudia Sheinbaum.

Anaya, perseguido de dos gobiernos, no tiene tan buena suerte –López Obrador no es Peña– y carece de un apoyo superior para regresar.

No estará en la boleta electoral y quién sabe si aparezca en ella Ebrard, a quien todavía lo persigue el fantasma de la Línea 12.

LABERINTO

PRIÍSTA

1.- Poco a poco van al alza los movimientos internos para recuperar al Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Si bien el de mayor espectacularidad y polémico es el del ex gobernador oaxaqueño Ulises Ruiz, hay otros en ciernes.

La inquietud se agita entre ex dirigentes nacionales, ex mandatarios estatales, diputados, senadores, ex legisladores y dirigentes sectoriales.

El más reciente, el fin de semana pasado, es el grupo de al menos un centenar liderazgos jóvenes recién egresados de la Escuela de Cuadros del partido.

Al frente estuvieron Enrique de la Madrid Cordero, hijo del ex presidente Miguel de la MadridEduardo AchachBeatriz Pagés y Eduardo Massé.

 Ellos se integran a los grupos de presión para reestructurar al PRI, ahora dominado por Alejandro MorenoAlitoRubén Moreira y sus grupos.

Y 2.- los apoyos a los damnificados se suman por fortuna la solidaridad privada.

Por ejemplo, las fundaciones Televisa y BBVA se unieron a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) para llevar nueve toneladas de viveres a afectados por el huracán Grace en Veracruz.

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