En política solo se comente un error y todo lo demás son consecuencias. Eso que suelen decir quienes pertenecen a las esferas del poder, parece describir muy bien lo que ocurre con el gobierno de Omar Fayad, en los últimos días cometió un grave traspié.  

Como es bien conocido, en días pasados ocurrió un desafortunado evento donde un grupo de manifestantes llegó al palacio de gobierno en Pachuca, para exigir la conclusión de algunas obras, encontrando como respuesta una reacción violenta de los cuerpos policiacos que resguardaban la sede del gobierno local.  

Aquel zafarrancho fue el escenario de una imagen inusitada, cuando un manifestante cayó al piso gravemente herido por un proyectil que impactó en su rostro dejándolo inmóvil y bañado en sangre a media calle.

Aquel cuadro dantesco, se hizo viral y las consecuencias políticas vinieron en cascada. Se calificó al gobierno de opresor y se le adjudicaron al gobernador, adjetivos muy fuertes relacionados con la actuación de la policía.

Vale la pena aclarar quién dio la orden de reaccionar de esa manera contra los manifestantes, por qué las cosas se salieron de control, quién alimenta esas protestas y qué intereses políticos persigue. Pero mientras eso ocurre, el escenario se volvió catastrófico debido a que la víctima perdió la vida.

Es decir, los calificativos de gobierno opresor y asesino caen como valde de agua fría cuando no hace mucho se presumía que Omar Fayad, se encontraba entre los primeros diez gobernadores con altos niveles de aprobación. 

Ahora la percepción seguramente se modificará por la falta de capacitación de los policías, que reaccionaron con fuerza desmedida a una manifestación pacífica. Ese sello será muy difícil que se borre y más cuando los inconformes realizaron una caravana de vehículos con el cuerpo del finado Leobardo Hernández Regino.

Aquel cortejo fúnebre concluyó con una ceremonia donde se colocó el ataúd en el punto donde hace 15 días cayó el joven de 25 años, se montó una guardia de honor, se encendió una veladora, se guardó un minuto de silencio y los habitantes de Xuchitlán y otras comunidades que acudieron en apoyo a sus vecinos cantaron el himno nacional en nhänhü.

Lo anterior acompañado con pancartas donde se leía «Leobardo nunca te olvidaremos, el pueblo te recordará por siempre», «Leobardo, hermano, eres un guerrero que diste todo por tu pueblo» y otras increpando a quien dio la orden que ocasionó su muerte.

Ante este panorama la tragedia alcanzará otras dimensiones sino se actúa con rigor. Es tiempo de identificar a los culpables y llevarlos ante la autoridad para hacerle justicia al joven de origen indígena. 

De otra manera, este “error” en el actual gobierno de Hidalgo, tendrá consecuencias muy significativas que pueden ser detonadas por otros conflictos sociales que se suban al tren de los inconformes generando un efecto de bola de nieve.

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