En estos días con lluvia -y vaya que han sido bastantes-, se antoja estar dentro de un lugar acogedor, beber algo caliente y por qué no, pecar con un poco de calorías. En mi caso, uno de mis favoritos en estos tiempos fríos, son las crepas.
Mi primer acercamiento a las crepas francesas fue cuando trabajé en la cadena de restaurantes llamada “La Route de Vins” en Puebla. Años posteriores me mudaría a Paris.
La crepa es una capa de pasta redonda hecha a base de harina, leche y huevos, que se cocina sobre una placa plana o sartén. La variante de Bretaña con relleno salado se llama “galette”, mientas que la que contiene relleno dulce, hecha con diferente harina, mantequilla y a veces vainilla, conserva sencillamente el nombre de “crêpe”.
Su origen data desde el año 7000 a.c., dónde se consumía una torta circular gruesa hecha de agua mezclada con varios cereales triturados y cocinada en una piedra plana y caliente.
Su aparición en Francia llega oficialmente en el siglo XIII, cuando es introducido el trigo de alforfón sarraceno, después de las cruzadas en Asia. Este trigo que no contiene gluten, fue utilizado para hacer capas finas de masa de forma redonda, dando así lugar a las primeras crepas bretonas.
Mientras que en México el Día de la Candelaria lo celebramos tradicionalmente con tamales, en Francia consumen crepas. Su redondez recuerda la luz y el sol, que simboliza la llegada de la primavera y representa asimismo la acogida de los peregrinos en su llegada a Roma.
Las crepas se comen con cubiertos y según tradición del norte, acompañadas con un vaso de sidra. Los franceses las consumen como postre, merienda o comida; en la Candelaria y todos los demás días del año. Es un platillo tradicional, rico y de precio accesible, que puedes encontrar en casi todos los restaurantes franceses.
Incluso podrían considerarse como los tacos franceses, sólo por los diversos ingredientes que se pueden poner dentro. De hecho en las calles parisinas existe el “taco francés” pero, evidentemente, no es un taco.
Indiscutiblemente, las crepas se consideran de alma viajera, ya que las podemos encontrar en todo el mundo con un poco de variaciones. Por ejemplo, los “pancakes” o “hotcakes” de Estados Unidos son más pequeños y un poco más gruesos. En los países de Europa del Este como Ucrania o Rusia, en una presentación aún más pequeña están los simpáticos “blinis”.
También están la “piadina italiana” que es hecha con harina de trigo producido en su país y el esponjoso “baghrir” marroquí. Ahora bien, en México no nos quedamos atrás, tenemos la tortilla que es preparada con harina de maíz, en el norte con harina de trigo y en los estados del sur las famosas “marquesitas” que, a diferencia de todas las anteriores, estas son en una presentación enroscada y crujiente.
Se dice que si pones una moneda en la mano al momento de volar una crepa (volearla en el aire), tendrás prosperidad garantizada todo el año. Así que si te gusta cocinar, la próxima vez que hagas una crepa recuerda este viejo dicho europeo

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