Pachuca se ha sofisticado. Al menos eso parece en materia política. Desde hace años (2012- 2016), una administración priísta, la sumió en un agujero de corrupción y opacidad. En aquel entonces el presidente municipal Eleazar García y su cabildo, aprobaron la operación de los parquímetros en las calles del centro de la capital.

No sólo eso. Además se privatizó buena parte de la estructura urbana (puentes peatonales), que hasta este momento sirven de plataformas publicitarias para que unos particulares ganen dinero, a costa de aquella infraestructura propiedad de los pachuqueños.

Terminó esa administración y el hartazgo popular hizo posible que una candidata del PAN (Yolanda Tellería) se hiciera cargo del municipio por los siguientes cuatro años. Dentro de sus promesas de campaña, se encontraba verificar el contrato que hizo posible la implementación de los parquímetros, la pertinencia del tuzobús y una auditoría a su antecesor por supuestos actos de corrupción.

Nada de lo anterior ocurrió. Por el contrario, la administración de Tellería tuvo más capítulos de opacidad que la anterior. Al menos, eso se desprende del estado de deterioro con el que dejó la ciudad. No sólo faltó a sus promesas de campaña, sino que al terminar su gestión no dejó dinero suficiente ni para los aguinaldos de los trabajadores.

Una vez concluido el periodo constitucional en el 2020, la pandemia hizo que el proceso electoral se postergara hasta octubre lo que generó que el Congreso Local designará una figura provisional para hacerse cargo del ayuntamiento mientras se podía celebrar la elección.

En ese sentido, un grupo de personas se hicieron cargo tres meses de ese encargo. Como conclusión de dicho periodo administrativo quedó de manifiesto una serie de irregularidades en el gobierno de Tellería. Por lo que se iniciaron sendos procesos en la auditoría local.

En suma, tres administraciones municipales (dos constitucionales y una provisional) han detectado fallas en el periodo que les antecede, pero poco se ha hecho al respecto. Mientras tanto, la capital del estado de Hidalgo, sigue siendo un ejemplo de malos manejos.

Sus problemas siguen ahí. Los baches no entienden de acuerdos políticos, los parquímetros siguen funcionando en contra de toda lógica, porque unos particulares obtienen un beneficio económico por cada vehículo que se estaciona en la calle, los recolectores de la basura necesitan su pago mensual porque su contrato no contempla prórrogas, en fin.

La ciudad se hizo muy difícil de gobernar. Pero también se convirtió en botín de unos cuantos. Porque su expansión es incomprensible sin reparar en la corrupción de quienes dan permisos de construcción a las afueras de la ciudad sin tener la certeza de la sustentabilidad de servicios básicos.   

No obstante, ahora la capital del estado se encentra en la mira de los políticos que quieren más. Según el resultado de las últimas elecciones municipales, será el PRI nuevamente el partido que llevará las riendas en la capital del estado de Hidalgo.

En este sentido, habrá que estar muy atento al desempeño de esta administración. Quizá no sea cuestión de banderas políticas. Lo mismo da que gobierne uno u otro partido. Quizá lo que se debe de activar es un mecanismo real y eficiente de fiscalización municipal porque todos los que han gobernado aquí en los últimos años han dejado mucho que desear.

2010_enrique 

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