Vale la pena hacer tres apuntes finales sobre las votaciones que acabamos de celebrar en Hidalgo. Se ha cuestionado el nivel de participación electoral del 48%. Al contrario de lo que se podría pensar, este abstencionismo no es el más alto que hemos tenido en las elecciones.

Cabe mencionar que las elecciones donde los ciudadanos muestran mayor apatía, son las de diputados locales. Esos comicios son respaldados por el 30% de los electores. Demostrando con ello que las personas ven con apatía la representación legislativa.

En caso de las elecciones municipales los votantes suelen ser más activos. Quizá porque la autoridad a elegir es la más cercana a los problemas cotidianos (recolección de basura, alumbrado, pavimentación, seguridad, parques, jardines, panteones, entre otros).

En ese sentido, una participación apenas menor al 50% en tiempos de pandemia no es un dato menor. No se puede decir que las personas salieron a votar de manera masiva pero tampoco vale la expresión de poca legitimidad o escaso respaldo a los munícipes electos.

En ese particular vale la pena entrar a los casos concretos. Por ejemplo, en Tlaxcoapan el ganador obtuvo el 13.57% de los votos. Ahí la baja participación se combina con la cantidad de candidatos registrados que fueron 12. El efecto, por tanto, es una fragmentación del voto.

Por el contrario, en Metepec tenemos el ejemplo del candidato más respaldado por el voto ciudadano en la persona de Joel Huazo con un 67.45%. Ahí solo cinco candidatos se presentaron a la contienda.

Por otro lado, hay que decir que en algunos municipios el conteo final de votos arrojó diferencias menores. En este particular, los perdedores iniciaron impugnaciones como nunca. El caso del PRI es un ejemplo de que a pesar de ser el instituto político que se hizo de más posiciones (32 municipios), todavía pelea otras demarcaciones debido a que inició más de 20 procesos impugnativos.   

Por último, hay que levantar la voz por las inconsistencias de las autoridades electorales. Por principio de cuentas hacer un extrañamiento por la carencia de resultados el día de la jornada electoral y después por la falta de una logística en los recuentos de los Consejos Municipales.

Hasta hace poco eran mínimas las voces que se expresaban en contra de los organismos electorales. Incluso, había una sana rivalidad entro las instancias nacionales y locales. Los segundos decían que su fortaleza era conocer el territorio estatal lo que permitía tener el pulso de la situación política.

Pero aquello no se pudo percibir en esta elección municipal. Las cosas se complicaron desde el registro de los candidatos que ciertamente fue desaseado por parte de los partidos políticos por no presentar la documentación completa.

No obstante, la autoridad electoral en vez de otorgar el registro condicionado e iniciar las campañas en tiempo y forma, optó por revisar a profundidad cada caso postergando el arranque formal de los candidatos. Lo anterior, generó condiciones de inequidad porque algunos interesados obtuvieron el registro oficial cuatro días después de la fecha establecida en la ley.

Para finalizar el análisis hay que decir que todavía existen los fantasmas de la compra, coacción y manipulación del voto. Esa narrativa que a veces suena anquilosada se manifestó en día de la elección.

Siguen haciendo su aparición esos personajes que se estacionan en las casillas con el propósito de observar, vigilar o premiar a la gente que vota por una u otra opción electoral. Todavía hay personas que organizan a otros para ir a votar en bloque, en fin. Parece que todavía nos falta mucho para crear un sistema electoral que se conduzca con equidad.

@2010_enrique  

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