Los resultados que tenemos hasta este momento sobre las votaciones que acabamos de celebrar en Hidalgo, nos recuerdan dos cosas que se pueden presentar como regla; primera, todas las elecciones son distintas y segunda, los comicios municipales tienen su propia lógica.

Es una verdad de perogrullo, pero no está de más recordar que un fenómeno social, aunque tenga los mismos elementos y se repita con frecuencia, nunca tendrá los mismos efectos. Esto es, en 2018, los partidos políticos vieron como un fuerte competidor arrasó con casi todos los cargos de elección popular. Morena se convirtió en un bloque electoral casi invencible, pero para su desgracia esa etapa tuvo una corta duración.

Al menos eso parece al analizar los resultados de la elección local del pasado domingo. En este proceso, las condiciones cambiaron diametralmente. El joven partido guinda solo pudo triunfar en seis ayuntamientos, de un total de 84.

Su trágica suerte se empezó a trazar con los conflictos internos a nivel nacional y local, lo que provocó una falta de rumbo en cuestiones esenciales. Por ejemplo, en el registro de sus candidaturas que por falta de organización (o por una deliberada intensión) no pudo inscribir candidatos en la totalidad de los cargos en juego.

Desde esas consideraciones pequeñas se podía adelantar la carencia de liderazgo al interior de un partido, que tenía muchas expectativas de triunfo y que en la práctica, se quedó muy por debajo de los números que obtuvo hace dos años.

Pero ese partido no es el único perdedor de la elección local en Hidalgo. El PAN también sufre un descalabro, pasa de 15 municipios gobernados en 2016, a cinco demarcaciones en el 2020. Deja de gobernar en toda el área que era su bastión principal (Pachuca, Mineral del Reforma y Epazoyucan).

En términos numéricos, el PAN pasó de una votación de más de 40 mil votos hace 4 años en Pachuca, a obtener una octava parte de los mismo en 2020, en Mineral de la Reforma el otro municipio importante que ganaron con más de 20 mil votos ahora lo pierden en un lejano tercer lugar. La pérdida de los dos municipios con mayores electores que estaban en su poder dimensiona el tamaño de la caída electoral que sufrió el partido blanquiazul.

A lo anterior hay que sumar que perdieron también el bastión de Agua Blanca, donde tres administraciones municipales los respaldaban. A la suma de los positivo hay que reconocer que ganan dos municipios, que no se tenían en la mira: Huasca y Tezontepec de Aldama.

Por último, si el eje argumentativo descansa en la cantidad de municipios ganados por partido político, es un hecho que el gran triunfador es el PRI.  Quien de tener poco más de una veintena de municipios gobernados pasa a 32. Lo cual representa un avance en número, pero no necesariamente en cantidad de población gobernada, porque el partido tricolor pierde en las cabeceras distritales.

Al menos en Pachuca, la diferencia entre el primer lugar y el segundo, es tan estrecha (300 votos) que todavía nadie puede darse como ganador en la capital del estado. Ante este escenario habría que completar con el decoroso papel del PRD, quien mantiene sus áreas de influencia y se mantiene como un partido competitivo en algunas zonas. El PT, mantiene presencia en el estado al igual que el PES que se consolida en la huasteca.

Cabe mencionar, para terminar con el recuento, que el recién nacido partido Más por Hidalgo, hizo un debut muy austero en cuanto a votos. No le alcanza para mantener el registro y sus partidarios tendrán que buscar otra trinchera partidista en el corto plazo.

@2020_enrique

    

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