Desde hace algunos años y en particular, desde que Trump ostenta la presidencia en los Estados Unidos, esta nación viene perdiendo su reconocido capital democrático. El otrora referente de las mejores y más sólidas prácticas democráticas pasa por una crisis que se agudiza con el tiempo.

Un botón de muestra de lo anterior es su pasado debate a la presidencia donde los dos candidatos Donald Trump y Joe Biden, hicieron gala de las peores formas para abordar los temas fundamentales de la nación.

Lo que vimos los espectadores fue un atrabancado ejercicio de ofensas y descalificaciones que no conducen a nada y que ponen en descubierto la falta de sustancia en una elección que se ha vuelto algo muy parecido a un circo.

Los más dogmáticos podrán decir que un debate de esta naturaleza refleja la libertad de expresión de cada uno de los participantes. Si bien, en un debate no se pueden desglosar los temas con profundidad es válido lanzar algún ataque al adversario bajo un criterio de estrategia política.

Pero los prácticos podrán argumentar que después del “intercambio de improperios” que vimos, lo único que queda es un mal sabor de boca, dado que el referente de democracia en el mundo se desdibuja poco a poco llevando las disertaciones políticas a su mínima expresión.

El punto central, es que los políticos pasan por la crisis más fuerte de representación. Su credibilidad está mermada por el binomio pandemia/estancamiento económico. Por tanto, digan lo que digan no será posible conectar con la gente que tiene una preocupación fundada en su salud y su bolsillo.  

Lo anterior le asigna una valoración distinta a la política. Lo que requiere la gente es menos dogma y más práctica, más hospitales y menos debates, más empleos y menos pretextos, más acciones concretas y menos promesas.

Por tanto, debates como el referido no abonan en nada a las demandas de las personas. Por el contrario, este ejercicio en un contexto donde hay más de 200.000 estadounidenses fallecidos a causa del covid-19 le pone un toque dramático a la ausente certidumbre requerida.

Eso no es todo, si las proyecciones se cumplen en enero puede duplicarse esa cifra de muertos en el país del norte. Lo cual reclama políticos más serios que puedan hacerle frente a esta complicada situación. Cosa que se antoja difícil si tomamos en cuenta lo que vimos el pasado martes.

Con estos malos referentes, el que hace muy poco era referente de instituciones sólidas y democráticas parece derrumbarse por la calidad de sus políticos y la situación sin precedente que trajo el covid 19.

Quedará como una utopía la posibilidad de incorporarse a una nueva realidad después de tener una pandemia mundial que pone a prueba a la humanidad. La política se quedó estancada porque la hacen los hombres que mantienen los mismos parámetros. Pensar en las próximas elecciones, mantener el poder, asegurar su futuro y dejar a un lado el boleto histórico de ser un verdadero estadista.

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