En pleno epicentro de las campañas electorales en el estado de Hidalgo, florecen las encuetas de todo tipo. No obstante, en esta vorágine de datos y escenarios, es reducido el número de ejercicios que se realizan con las bases técnicas, que reclaman dichos estudios demoscópicos.

Por principio de cuentas vale la pena resaltar que las redes sociales, han llevado a su mínima expresión las encuestas. Aunque parezca ociosa la aclaración, vale la pena reafirmar que los usuarios que manifiestan alguna preferencia electoral, dando un “like” a un candidato no representan ni de asomo una parte de la opinión pública.

Lo anterior, por la posibilidad – amplia y conocida– de alterar los datos a través de “bots” (perfiles falsos), que pueden inclinar un resultado a favor o en contra de cualquier candidato. Incluso, existen empresas que se dedican a vender esos perfiles para que cualquiera tenga miles y miles de amigos en redes sociales sin que lo anterior represente un apoyo real.  

De tal suerte que hay que anular cualquier ejercicio de “encuesta” promovido en redes sociales. Ahora bien, hay quienes mandan hacer encuestas con muy poco rigor. Esto es, aplican algunos cuestionarios a modo, para que los resultados favorezcan la opción que se desea. Estos ejercicios caseros tampoco sirven de mucho. Son instrumentos políticos que abonan para que los despistados o indecisos puedan inclinar su preferencia al candidato supuestamente ganador.

Por último, tenemos las encuestas realizadas en territorio, con muestras representativas y estratificadas a personas mayores de 18 años con credencial para votar vigente, cuidando la distribución por sexo, edad, ocupación, entre otros.

De contar con los anteriores elementos, las encuestas tienen múltiples utilidades. Sirven para hacer escenarios políticos, para tomar decisiones, para fijar algunas metas, entre otros. Su generosidad es amplia siempre y cuando se realicen como debe de ser.

Bajo este postulado, los partidos políticos y candidatos ya están haciendo algunas apuestas en nombre de algunos estudios de opinión. Según ellos, las preferencias les favorecen y por tanto, en la recta final de las campañas solo hay que administrar esa ventaja que marca un contundente camino al triunfo.

No debemos de olvidar que el electorado se comporta de maneras casi indescifrables. Cuando todo parece favorecer a una opción política los imponderables suelen tomar lista de presente. Nadie en su sano juicio puede llamarse triunfador absoluto ni darse por muerto en este escenario de elecciones pasadas por una pandemia.

Las encuestas miden un momento. Pero cualquier cosa puede pasar de aquí al 18 de octubre donde estamos convocados a las urnas. Quizá un repunte en los contagios de covid-19, le reste credibilidad a la estrategia nacional de salud, en consecuencia, Morena tendría un voto en contra. Pero también puede ocurrir que un actor político se vea envuelto en un escándalo y las tendencias se reacomoden, en fin. En política nada está escrito.

En suma, en los días por venir los políticos serán muy reiterativos en citar encuestas y estudios de opinión que les favorecen. Algunos de ellos sabiendo perfectamente que los números que repiten son una invención.

A todos ellos hay que recordarles que la mejor encuesta es la que se realiza en día de la jornada electoral. Ese mismo día, como ha venido ocurriendo en el sistema electoral mexicano, habrá muchas sorpresas.

@2010_enrique

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